22/11/2024

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“Sí da miedo contagiarse, pero hay que llevar de comer”, la historia de dos organilleros y el coronavirus

En Celaya no todos pueden quedarse a trabajar en casa y esperar el depósito de un salario cada quince días durante el aislamiento social por el coronavirus. Para muchas personas es simple: si hoy no hay dinero, no hay alimento.

Un ejemplo son Víctor y Josué, dos hombres con una actividad de esas que se niega a desaparecer, pero que cada vez es más difícil sustentar: son organilleros y recorren cada día varios cruceros de la ciudad para tratar de obtener algunas monedas, aunque en las últimas semanas esto se ha vuelto en algo cada vez más difícil.

“No nos queda de otra, la necesidad es la que nos hace salir a trabajar pues vivimos al día. Sí da miedo contagiarse de coronavirus, pero somos la cabeza de nuestra familia y hay que llevar de comer, el hambre es canija”, explico Víctor a quien le toca esquivar los coches durante cada semáforo en rojo para obtener algunos pesos.

“El número de personas que hay en la calle es mucho menor y eso sí nos ha afectado porque nosotros vivimos de tocar para la gente y el apoyo que nos dan. Hay personas que nos dicen: ‘toma tu distancia’, o nos piden que estemos de lejecitos. Hay personas que de plano sólo nos ven desde adentro del coche y no bajan el cristal y los entendemos”.

Ellos tocan en el centro de Celaya desde hace 12 años y hasta antes de la pandemia les iba “más o menos bien”, pero inició la cuarentena  y tuvieron que cambiar las calles del centro de la ciudad, del Jardín Principal y de la Calzada Independencia para salir a tocar a algunas de las avenidas principales de la ciudad donde actualmente hay mayor flujo de personas. Ahora tocan para los conductores de vehículos. 

Cada día aguantan largas jornadas bajo los calcinantes rayos del sol, tocan el organillo una y otra vez y piden a Dios que les alcance el tiempo del semáforo en rojo para agradar a los conductores con una canción. Es en ese momento cuando  Víctor se apresura a pedir rápidamente un apoyo.

Y aunque no todos los conductores aportan, hay quienes les regalan alimentos, una despensa o los apoyan con lo que pueden, pero para lograr subsistir un día tienen que recorrer varios cruceros de avenidas durante varias horas a pleno rayo del sol.

Josué se encarga de cargar la antigua la caja musical de cilindros de 35 kilos y hacer girar la manivela de su organillo una y otra vez en espera de que alguien los escuche y se anime a darles unas monedas.

“No hay gente en el centro, ¿a qué nos quedamos allá?, por eso mejor nos venimos aquí (en el crucero de la Glorieta de los Fundadores, en la salida a Querétaro) ‘a ver si funciona’ y gracias a Dios sí hay quienes nos ayudan”, platicó mientras tocaba.

Mientras, Víctor hace malabares con la gorra del uniforme para atrapar algunas monedas que le lanzan de un vehículo cercano, pues la luz del semáforo ya está en verde.

“Han bajado mucho los ingresos pero hay gente que sí nos apoya, que sí se preocupa por uno, hay quien nos han dado una despensa, una sopa, o algunas monedas”, explicó Víctor.

No importa que lo hayan hecho decenas de veces en un par de horas, siempre después de cada canción ambos agradecen con una sonrisa y desean suerte a las personas que cooperan para que ellos también puedan llevar el pan a su mesa.

En Celaya durante la contingencia por el coronavirus no hay apoyos económicos para personas sin ingreso fijo que trabajan en las calles, como los organilleros, boleros, músicos que tocan en las calles y personas que se desempeñan en este tipo de actividades.