Mineral de Pozos es el ave Fénix en Guanajuato. Llegó a ser la ciudad con mayor auge económico del Estado, con más de 50 mil habitantes y fue la primera ciudad en todo el País donde se estableció una tienda “Fábricas de Francia”. Sí, aún antes que en la Ciudad de México.
Fue también de las primeras a donde llegó el telégrafo, el tren, el teléfono, un hospital de los mejor equipados en ese entonces y una de las siete “Escuelas Modelo” que mandó construir Porfirio Díaz a lo largo del País para la enseñanza de diversas profesiones.
Fue una ciudad más próspera incluso que Guanajuato Capital y en algún momento se le llamó “ciudad Porfirio Díaz”. Todo era bonanza, pero de repente llegó el éxodo masivo. En una década se redujo su población hasta llegar a registrar menos de 250 personas.
Durante varias décadas del siglo XX, los 2.5 kilómetros del camino que pasa por este lugar entre San José Iturbide y San Luis de la Paz, podías caminarlos a pie y a paso lento sin encontrar a una sola persona. Sólo podían observarse decenas de casas abandonadas, varias con derrumbes y calles empedradas con cráteres por la falta de mantenimiento.
En la zona de las minas ocurría lo mismo: edificios abandonados destruyéndose con el paso del tiempo, tiros verticales de minas con más de 200 metros de profundidad a nivel de piso y sin ninguna advertencia. Un verdadero peligro.
Hoy es un Pueblo Mágico. Un lugar que poco a poco ha recobrado vida principalmente gracias al turismo, en donde el mayor atractivo es visitar las minas abandonadas, su gastronomía y hospedarse en varios de los hoteles boutique que han abierto recientemente. Uno de ellos con su propia fábrica de cerveza y en donde parte del proceso de producción sirve para abastecer unos jacuzzi en barriles de madera que forman parte de su spa.
Mineral de Pozos es una comunidad del municipio de San Luis de la Paz en el noreste del Estado. Una región en donde llegó a dominar ampliamente las tribus chichimecas en la época de la colonia. De hecho, el municipio debe su nombre precisamente al tratado de paz que se firmó entre las tribus otomíes (ya evangelizadas) y chichimecas un 25 de agosto de 1552, día de San Luis Rey de Francia.
En 1576 con la llegada de los misioneros jesuitas, la comunidad recibió el nombre de Palmar de Vega. En ese entonces los misioneros descubrieron la existencia de metales preciosos en esta zona y construyeron las estructuras de los hornos para extraerlos de las piedras. Esas estructuras fueron de las primeras en edificarse en la época de la colonia y siguen en pie hoy en día.
En 1658 cambió el nombre a San Pedro de los Pozos en honor a San Pedro, patrón de los mineros. En 1810 los chichimecas expulsaron a los jesuitas y se detuvo un poco la actividad minera, hasta 1880 cuando llegaron las primeras compañías del extranjero con el apoyo del presidente Porfirio Díaz en su primer periodo constitucional.
Es entonces en 1897 cuando cambia el nombre a Ciudad Porfirio Díaz por el auge que ya presentaba en ese entonces por la extracción de oro, plata y mercurio. Éxito que le atribuyeron al apoyo del Presidente.
Se establecieron grandes compañías mineras como ‘Cinco Señores’, ‘El Triángulo’, ‘Angustias’, ‘El Dorado’, entre otras. 30 minas en total llegaron a trabajar en esta zona.
El desarrollo económico de este lugar se debió porque la actividad minera no sólo se limitaba a la extracción de las piedras del subsuelo, sino también porque aquí se realizaba todo el proceso físico y químico para extraer los metales preciosos y fundirlos en lingotes.
Algunos lugareños afirman que incluso de minas distantes como La Valenciana en Guanajuato y varias más de Pachuca y Zacatecas llegaban vagones cargados de piedras para que les fuesen extraídos el oro y la plata.
Eso sí, mientras el auge económico era para los dueños, directores, capataces y supervisores de las minas, los mineros no gozaban de condiciones óptimas para trabajar. Hoy en día sería un escándalo inaceptable que un minero trabajase en las condiciones de ese entonces.
Por ejemplo, para ingresar a las minas se hacía por escaleras pequeñas y muy empinadas, en donde cualquier resbalón significaba caer varios metros y llevarse consigo a los compañeros que estuviesen en ese momento en el camino.
En las minas surgió el dicho “a ojo de buen cubero”. En la actualidad se utiliza para pedirle al cantinero que coloque el tequila, ron, brandy o mezcal a alguna bebida de acuerdo a su experiencia. No debe ser algo menor como para dejar la bebida muy ligera, ni tampoco en exceso como para dejarla muy cargada.
En ese entonces, el ‘cubero’ era quien cargaba con las cubetas donde los mineros orinaban y defecaban en el subsuelo para no perder tiempo en salir al exterior y así continuar con la extracción de las piedras con minerales. La labor del ‘cubero’ era calcular cuando estuviesen a punto de llenarse para echárselas al hombro y sacarlas al exterior por las empinadas escaleras.
Sí, hubo varios accidentes en donde llegó a resbalar y caer sobre sus compañeros que iban atrás de él.
Cerca de las minas, algunos de los dueños construyeron un burdel. El objetivo es que los mineros fuesen ahí a gastar la mayor parte del pago que se les hacía por su trabajo. El edificio aún permanece en pie atrás de la mina de Cinco Señores.
Durante la extracción del oro, plata y mercurio, los tiros de las minas llegaron a conectarse entre sí en el subsuelo. De esta manera, si había un derrumbe que bloqueaba el camino para salir, podían hacerlo por cualquiera de los otros caminos.
Sin embargo en los derrumbes que llegó a haber, varios mineros perdieron la vida y sus cuerpos enterrados en un pequeño cementerio que se habilitó dentro de la mina “Angustias”. Tal vez por ello es que los guías hoy en día mencionan que en este recorrido a veces se apagan las lámparas aunque son de pilas y espantan a quienes se encuentran en la mina en esos momentos.
Contrario a lo que podría creerse, en 1910 el inicio de la Revolución Mexicana no hizo tuvo consecuencias negativas en esta ciudad. Sin embargo, la peor tragedia llegaría unos años más adelante. En 1927, cuando las excavaciones de las minas se encontraban a un tiro de más de 500 metros de profundidad, una explosión para romper una pared perforó la vena de un río subterráneo.
Casi de inmediato el agua inundó los pasillos de las minas y dejó bajo el agua 300 de los 500 metros de profundidad a los que se trabajaba. Más de 5 mil mineros perdieron la vida en ese momento.
Los fuertes reclamos de las familias para pedir indemnización por los mineros muertos hizo huir a los dueños de las empresas a sus países de origen. Entonces llegó el saqueo de la población para intentar ‘cobrarse’.
Después del saqueo, algunos habitantes se organizaron para aprovechar la maquinaria que aún se encontraba en buenas condiciones en la superficie y seguir trabajando en la extracción de los minerales en las piedras, pero casi de inmediato los alcanzó la parte final de la guerra cristera e inició el abandono del pueblo.
En un lapso de 10 años, cerca de 1940, Mineral de Pozos pasó de tener una población de más de 50 mil habitantes, a tener una menor a 250. Es cuando se convierte en pueblo fantasma.
Durante varios años la zona de las minas estuvo abandonada y sobre todo descuidada. Esto provocó que los tiros de las minas, socavones verticales de más de 200 metros de profundidad estuvieran sin protección y al nivel de piso. Éstos fueron parte de sus primeros atractivos, pues se podía ingresar a cualquiera de ellas sólo con el permiso del ejidatario a la que correspondía la mina en cuestión.
Por eso llegaron a ocurrir algunos accidentes, como el del joven norteamericano Taylor Crane, que el 19 de julio del 2007 visitó la zona con algunos de sus compañeros en un viaje de excursión que realizaron a esta parte de México.
Según la narración de los guías, ese día el joven fue alentado por sus amigos para brincar uno de los tiros en la mina “Cinco Señores”. Al parecer iban alcoholizados y sin la supervisión de un adulto. Brincó una, dos, tres veces sin problema. Pero en el cuarto intento resbaló un poco antes de brincar y cayó por el tiro. 240 metros en caída libre.
El accidente movilizó a autoridades locales, estatales e incluso a socorristas de Estados Unidos y Canadá que se sumaron a la búsqueda y rescate del cuerpo, lo cual ocurrió 10 días después cuando pudieron sacarlo del fango donde se atoró por la caída.
Cinco años después, en 2012, Mineral de Pozos fue nombrado “Pueblo Mágico” y con ello inició su segundo aire. Las minas ya cuentan con guías que narran las historias de cada una de ellas y hacen algunos recorridos por el interior de las minas en diferentes distancias. Los tiros están medianamente protegidos, pero aún así no hay que descuidar sobre todo a los niños.
Igual de interesante conocer algunas leyendas, como aquélla que señala que en el patio principal de la mina de “Cinco Señores”, en ocasiones por las noches hay una procesión de monjes que lo atraviesan con antorchas. No se les ve la cara ni tampoco los pies, pues parece que ‘van flotando’.
O adentrarse en la mina “Angustias” en donde los mismos guías explican que no es recomendable su ingreso a personas con problemas del corazón, pues más allá del esfuerzo físico para subir y bajar algunas zonas, adentro es común que espanten a quienes hacen el recorrido. Les avientan piedras, los ‘jalan’ o susurran en el oído.
Para descansar hay varios hoteles boutique con los mejores servicios y atención para los visitantes, pero destaca uno en particular: Hotel Casa Diamante. En él hay una fábrica de cerveza artesanal no apta para principiantes y que aprovecha el proceso de producción para dirigir una parte de la mezcla de agua, cebada y lúpulo a unos barriles-jacuzzi. Ahí, personal calificado da un masaje muuuuuy relajaaanteee mientras usted cierra los ojos y toma las cervezas frías que quiera (o aguante).
Para comer hay varias opciones: Lola & Carlota en el mero centro, el restaurante del hotel Posada las Minas, pero si de recomendaciones se trata, el mejor es “El Portal Cafetería – Restaurante” frente al kiosco del jardín de la parroquia de San Pedro Apóstol.
Un lugar sencillo, con sabor muy casero. Por eso no hay que dejar de probar la sopa azteca, las enmoladas, la milanesa de res, los tacos dorados, las enchiladas, pero sobre todo ¡los mojitos!… ¡son los mejores del Estado!. La preparación es de paciencia: moler la yerbabuena en un mortero de madera con poca agua mineral durante varios minutos para que suelte toda la esencia y después juntar la mezcla en un vaso con el ron blanco, azúcar y más agua mineral… ¡una de-li-cia!.
Cualquiera que se diga guanajuatense no puede decir que no conoce Mineral de Pozos. Si ha leído hasta aquí para conocer más de este lugar, ahora prográmese un día y vaya a conocerlo en persona. Está a sólo 130 kilómetros de Celaya. No se arrepentirá.
Hermoso lugar al que visite varias veces cuando aun era un Pueblo Fantasma!!
Así es Cary. Un lugar mágico. Gracias por tu comentario.
Gracias por tan hermoso reportaje realmente lo agradecemos y valoramos esperamos que vengan nuevamente.