Celaya, Guanajuato, a 29 de junio de 2020.- A Luz María ‘N’ y sus 8 hermanos, su mamá los abandonó cuando ella apenas tenía seis años. A los 18, ya con un hijo, su papá que era el sustento de su casa falleció, y luego dos de sus hermanos se suicidaron. Parecía que ella tomaría el mismo camino, pero logró reponerse con ayuda de la gente del DIF que ya había estado con ella para ayudarle y salió adelante por su familia y el resto de sus hermanos.
Cuenta con pocos recuerdos de su infancia. En la mayoría de ellos aparece la silueta de su madre saliendo por la puerta de la casa que habitaban, sin voltear a verlos, sin decirles una palabra de cariño, sin un último abrazo, la mujer abandonó el lugar y nunca más regresó.
Bajo esas condiciones, Luz María tuvo que enfrentarse cara a cara con la vida. Eran una familia en condición vulnerable y a pesar de que su padre trabajaba diariamente para llevar el sustento no era suficiente, demasiadas bocas que alimentar y pocas monedas en la bolsa.
La responsabilidad de los pequeños, mientras su padre se encontraba laborando, recayó en el más grande de sus hermanos aún menor de edad. Nunca pudo controlarlos.
El hambre y el deseo de ayudar en casa, hicieron que Luz María y sus hermanos diariamente salían de casa en busca de realizar algún trabajo a cambio de un plato de comida, una fruta, o una moneda. Vendieron chicles en los cruceros de Celaya y todavía no cumplía siete años cuando tuvo su primer encuentro con las drogas. El resultado fue catastrófico, por su mente comenzaron a rondar pensamientos sobre atentar contra su vida, y se acrecentó el dolor por el abandono.
Vestía como niño para evitar mayores peligros en la calle cuando fue localizada por personal de la Coordinación de Acciones a Favor de la Infancia (CAFI) del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia. Una simple invitación a comer cambió su vida, y de ahí en adelante pudo encontrar la atención, amor y comprensión que buscaba.
Junto a cuatro de sus hermanos, Luz María recibió apoyos en materia alimentaria, prendas de vestir, calzado, atención psicológica, y de la misma forma adquirieron conocimientos para desempeñar un oficio. Incluso mientras se encontraba en CAFI, Luz María tuvo un festejo por sus XV años, bailó un vals en compañía de otros menores integrados al programa de apoyo.
Jamás pensó en tener un festejo de esta clase; en su familia eran tantas personas y había tantas carencias, que nunca se había festejado un cumpleaños, por lo que fue una gran sorpresa y uno de los mejores recuerdos que tiene de su vida.
Dentro de CAFI, Luz María concluyó sus estudios de primaria y secundaria, sin embargo, resultó embarazada y sus visitas a CAFI fueron siendo cada vez más esporádicas, hasta que cumplió la mayoría de edad y tuvo que abandonar el programa de apoyo a menores.
Después de CAFI, la vida de Luz María y su familia iba en ascenso, poco a poco lograban estabilizarse en un trabajo y codo a codo trataban de buscar un mejor futuro, fueron años de alegría, incluida la llegada de su segundo hijo, hasta que nuevamente la desgracia tocó a la puerta de su casa cuando su padre falleció.
Con esta pérdida también cayó el pilar que sostenía moralmente a su familia, por lo que su hermano mayor salió de su domicilio y decidió iniciar una relación afectiva con una persona que era adicta a las drogas. Al encontrarse vulnerable por la falta de su padre, se internó en este mundo y tiempo después, en enero de 2016, decidió terminar con su vida cuando su pareja lo abandonó.
El dolor nuevamente partió a los integrantes de esta familia, quienes no sospechaban que la pesadilla aún no había terminado: frente al féretro y mientras velaban los restos de su familiar, otro de sus hermanos manifestó entre lágrimas que iba a atentar contra su vida.
Luz María recuerda que se encontraban devastados, por lo que no dieron importancia al comentario, pensaban que era una forma de expresar su dolor, que esas palabras únicamente se trataban de un desahogo porque estaba pasando por una depresión. Pero sólo una semana después, aquél comentario se convirtió en una amarga realidad, aún no asimilaba lo que había ocurrido siete días atrás cuando de nueva cuenta tuvo que ser testigo de la muerte de otro de sus hermanos.
Los pensamientos rondaban por su cabeza, tal vez si hubieran puesto mayor atención a lo que manifestó su hermano habrían podido ayudarlo, tal vez si hubieran apartado un poco su dolor para escuchar a su hermano la realidad sería diferente, y ahí, en medio de la pena y el dolor que sentía, nuevamente se hizo presente aquél oscuro pensamiento de atentar contra su vida.
Luz María comenta que sólo recuerda haberse encerrado en un baño, luego los gritos de sus hermanos, golpes en la puerta, y posteriormente a los integrantes de su familia reunidos a su alrededor, abrazándola, su problema era grave, en ese momento se encontraba sumamente vulnerable, y requería ayuda inmediatamente.
Había que regresar a los orígenes, y en CAFI encontró lo que estaba buscando, la atención especializada, la comprensión y el apoyo, no sólo para ella, sino para toda su familia. Han pasado ya cuatro años desde su regreso a las instalaciones, Luz María ahora se siente más fuerte, disfruta de la vida en compañía de sus hijos y tiene un nuevo objetivo: concluir la preparatoria.
Para Luz María, esta es una nueva oportunidad. Piensa que en caso de no haber recibido el apoyo que requería probablemente no estaría narrando su historia, desea con todo su ser sobresalir en todo lo que realice y dar su máximo esfuerzo, ya que piensa que de esta manera en CAFI sabrán que su trabajo ha rendido frutos, y que ha valido la pena todo el esfuerzo que se ha realizado.
De la misma forma, quiere que las personas que cuentan con un problema similar sepan que no están solos, que la salida a un problema no es acabar con tu vida, ya que eso no cambia nada de lo que pasó, sin embargo, con el apoyo de las personas indicadas sí puedes cambiar tu futuro, ya que todo problema tiene solución siempre y cuando exista la disposición de querer recibir ayuda y la convicción de lograrlo.
En algún momento de su vida Luz María se olvidó de DIF, pero DIF jamás se olvidó de ella. Es una historia DIFerente.
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