22/11/2024

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Espíritu de servicio, historia de una voluntaria

Celaya, Guanajuato, a 03 de junio de 2020.– Hay ocasiones en las que puede salir de su casa antes de los primeros rayos del sol y no regresa hasta ya entrada la noche. Sin almorzar o comer, caminar largas distancias, o sin poder sentarse durante horas. Está consciente del enorme sacrificio que representa ser voluntaria, pero al final del día todo vale la pena por la satisfacción que le deja saber que con su trabajo ayuda a personas en situación vulnerable.

Su esfuerzo y sacrificio, logró que al menos ese día una persona no se fuera a la cama sin probar algún alimento.

Es el día a día de Graciela, quien gracias a su vocación de servicio desde hace más de 13 años destina la mayor parte de su tiempo en beneficio de los más necesitados, de aquellas personas que requieren algún apoyo, de una palabra de aliento, de ser escuchados, de sentir que no están solos.

Actualmente, Graciela compagina el trabajo comunitario que brinda en diferentes colonias de Celaya, con la preparación y distribución de alimentos en el comedor instalado en el Centro Gerontológico Casa Día, del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, mismo que diariamente hace entrega de 100 raciones de diferentes platillos a personas vulnerables que radican en la colonia Las Américas.

Como madre de familia, esposa, hija, hermana, o amiga, Graciela sabe que al cerrar la puerta de su casa, puede estar ausente en enfermedades o festejos, no estará en momentos de alegría, preocupación o tristeza, en pláticas cotidianas, en frases de amor, y que puede perderse decenas de sonrisas, caricias, abrazos.

Sabe que detrás de esa puerta, también hay una familia que demanda su tiempo y cariño, pero el conocer que existen personas menos afortunadas que ella, la motivaba a continuar con su labor, para llevar esperanza a aquellos que la han perdido, aquellos que se encuentran desempleados, aquellos que se encuentran desamparados o sin alguna posibilidad de conseguir alimento; siempre la encontrarán con una sonrisa, y dispuesta a apoyarlos.

Cada mirada, cada palabra de agradecimiento, cada sonrisa en un niño o un adulto mayor que recibe un plato de alimento, son el mejor regalo que diariamente puede recibir, y lo que la motiva a dar su máximo esfuerzo diariamente, esto a pesar de que para muchas personas el brindar apoyo o tiempo como voluntario en beneficio de los más necesitados, no sea una actividad redituable, o en su defecto que carezca de algún sentido por no ser remunerada.

Para Graciela, en cada voluntario habita el verdadero espíritu de servicio, y las ganas de que todas las personas salgan adelante; en cada taller de valores, autoestima o superación familiar que imparten, en cada alimento que prepara o sirve, en cada persona a la que ayuda sin distinción, existe el amor por nuestros semejantes, ya que ser voluntario, es una actividad que alimenta el alma.