Hasta hace unos años la recomendación más frecuente era:
“¡Cuidado we!, cuando pases por el puente del fraile, písale y pasa rápido. No te detengas, y sobre todo, ¡no vayas a mirar por el retrovisor, porque en una de esas ves al fraile en el asiento de atrás y hace que te salgas del camino!”
Algunas variaciones pero en esencia es la misma. Un puente angosto en la carretera Celaya – San Miguel de Allende, cerca de las “curvas de Calderón” en donde sólo cabe un vehículo y el temor a pasar durante la noche ante la posibilidad de que se te aparezca la figura de un fraile franciscano a la orilla del camino.
Pide un aventón y todos lo ignoran (nadie se atrevería a subir a una persona extraña en esa zona durante la noche), y de repente, cuando volteas por el espejo retrovisor para saber qué pasó con ese extraño, lo encuentras sentado en la parte de atrás. ¡El susto es enorme!, te hace perder el control del coche, sales del camino y caes por el puente donde la altura menor es de 5 metros. La mayor y más grave, unos 15.
Es la historia que ha prevalecido desde el siglo XVII con algunas variantes cuando el puente estaba en funcionamiento. En la actualidad el paso de los vehículos es por otro puente moderno de 4 carriles a pocos metros de la vieja estructura y en donde la velocidad no permite apreciar los detalles de este extraño lugar.
En realidad, el “puente del fraile” son dos estructuras de piedra sobre un arroyo que existía en ese entonces en esta zona. La primera construida por los españoles aproximadamente en 1535, aún antes de la fundación de San Miguel el Grande (hoy San Miguel de Allende) en 1542.
Era el paso del asentamiento en Valladolid (hoy Morelia), Querétaro y el asentamiento en Chamacuero (Comonfort) hacia el presidio español establecido en lo que hoy es la ciudad de San Felipe Torres Mochas.
Pocos años después dentro del mismo siglo XVI, la estructura resultó insuficiente para el paso de caballos y mercancía cuando floreció el “Camino Real de Tierra Adentro o Ruta de la Plata”, el cual partía de la Ciudad de México hacia la zona minera del país y pasaba por Hidalgo, Querétaro, Guanajuato, Zacatecas, Durango y terminaba en Nuevo México.
El puente sobre el arroyo era parte de este camino y por ello se construyó una estructura más amplia y un poco más elevada para facilitar el paso de las diligencias hacia la villa de San Felipe.
Sin embargo, es en 1539 cuando nace la historia por la que se conoce a este puente, aún con la primera estructura.
Según el relato plasmado en la pequeña capilla de la Santa Cruz al pie de las “curvas de Calderón” y oculta al ojo de los automovilistas que pasan por la carretera, ese año hubo una peregrinación de frailes franciscanos provenientes de Valladolid rumbo al presidio español en San Felipe, con la finalidad de iniciar acciones de bautizo y evangelización de las tribus nativas de esta zona. Llevaban consigo la imagen del Cristo de la Conquista.
Al pasar por el arroyo fueron emboscados por una tribu chichimeca, donde cayeron algunos prisioneros. Fray Francisco Doncel Guardián y Fray Diego de Burgos fueron martirizados a pedradas por la tribu hasta morir en aquél sitio.
Cuando terminó la agresión y se retiró la tribu chichimeca, los cuerpos de los frailes fueron enterrados en las inmediaciones del puente por los integrantes de la tribu otomí de la zona de Palo Huérfano, ya evangelizados.
La historia cobró relevancia entre la población española y con ello también el nacimiento de la leyenda: quienes transitaban por el “Camino Real de Tierra Adentro o Ruta de la Plata” aseguraban que en este puente por las noches se aparecía la figura de uno de los frailes para pedirles trasladarlo a San Felipe a terminar su misión.
Con la modernización de los vehículos, la leyenda cambió para asegurar que se aparecía cerca de la medianoche pidiendo pedir ‘un raite’, y si no te detenías se colocaba en el asiento de atrás para hacerte perder el control del coche, caer desde el puente y provocarte la muerte.
Lo que sí ocurrió en realidad fueron innumerables accidentes de coches que perdieron el control por las noches, ya sea porque a los conductores los vencía el sueño o producto de las copas de más al ir o venir de las fiestas en San Miguel de Allende, sobre todo durante la época de las “pamplonadas”.
En esos accidentes, varias personas perdieron la vida.
Hoy en día el puente del fraile está cerrado al tránsito vehicular y en desuso. Sin embargo, en la parte de abajo algunas personas utilizan la primera estructura para colocar veladoras, huevos, prendas de vestir, fotografías, hierbas y realizar actos de santería o brujería.
El lugar está impregnado de restos de este tipo de elementos.
Así que si llegas a pasar alguna noche cerca de este puente, en lugar de encontrar la silueta de un fraile solicitando ‘aventón’, es más probable que encuentres algunas personas realizando este tipo de rituales oscuros.