Celaya, Gto., a 24 de junio del 2020. A pesar de la pandemia hay quienes no se pueden quedar en casa y tienen que salir a trabajar. Uno de ellos es Alfredo Cervera, un vendedor de máquinas lanza burbujas que se instala en los portales del centro de la ciudad con actitud positiva y siempre con una sonrisa para ofrecer los juguetes.
Alfredo pasa unas 14 horas al día lanzando burbujas de agua y jabón, que realiza con ayuda de las máquinas de juguete que vende.
Cuenta que hay personas que les gusta observarlo y muchos niños corren a tronarlas, incluso hay quienes consideran que llena de alegría el lugar donde se instala, pero también hay personas que se enojan por estar en los portales en medio de las personas, pues creen que está esparciendo en el aire el virus del coronavirus.
Entusiasta y con una sonrisa, platica que la clave del éxito y la felicidad es tomar la vida con alegría y siempre tener una actitud positiva.
“Me gusta ser alegre, me gusta atender con amabilidad a la gente, siempre tener una sonrisa en la cara aunque esté muy feo el día, yo creo que tenemos que sonreír a pesar de lo que esté pasando, tenemos que estar contentos, aunque estén las cosas súper peores. Yo disfruto mucho mi trabajo, ya tengo muchos años en esto, pero me gusta mucho porque veo que muchos se ponen contentos y alegres”, platicó.
Aunque él es originario del Distrito Federal y desde siempre ha sido comerciante, tiene 8 años que llegó a Celaya en busca de una mejor vida y así poder sacar adelante a su familia.
Alfredo se ha convertido en un personaje de Celaya, pues pasa largas horas lanzando burbujas a la espera de algún cliente, pues en esta contingencia sanitaria casi no vende, pero no pierde la fe y todos los días sale a trabajar.
En sus inicios como comerciante, vendía ropa usada, escobas, trapeadores y todo lo que pudiera ofrecer, pero luego comenzó a vender máquinas lanza burbujas y se dio cuenta que eso lo emocionaba porque alegra a los niños e incluso a algunos adultos que también se acercan a tronarlas.
Orgulloso cuenta que con su trabajo ha logrado sacar adelante a sus tres hijos, que aunque a veces es cansado estar de pie durante horas, pues comienza su jornada laboral a las 7 de la mañana en el Mercado de Abastos y de ahí se sigue caminando por todo el centro y algunas calles hasta las nueve de la noche, asegura que disfruta mucho su trabajo y que se imagina que en cada una de las burbujas está “lanzando sueños al aire”.
Y aunque las ventas no han sido buenas pues el jardín principal y otras plazas públicas, así como parques y jardines siguen cerrados, contó que no se desanima pues sabe que Dios no lo abandona.
“Ha estado muy flojas las ventas, sí me las he visto muy duras, no sólo yo muchos comerciantes que han sido afectados y eso que ahorita está saliendo un poco más la gente. Y el poquito dinero que saco es para seguir pagando las deudas. Yo tengo que buscarle diario para poder sacar lo de la comida diaria, para pagar el dinero que me prestaron y para comprar la mercancía”, contó.
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