A sólo 28 kilómetros de Celaya y a unos metros de la carretera entre Comonfort y San Miguel de Allende, se encuentra aún de pie y en uso “el puente de San Pedro” por el cual pasan las vías del tren y que fue dinamitado la madrugada del 10 de febrero de 1929 para descarrilar el convoy donde viajaba el entonces Presidente de la República, Emilio Portes Gil e intentar matarlo.
Días después y de acuerdo a las investigaciones que se hicieron en la época, un joven de 17 años fue detenido en Celaya como responsable de haber dinamitado el puente, el cual fue contratado por una señora también en este municipio y que pertenecía a la Liga Defensora de la Libertad Religiosa.
Algunos días antes, el presidente había recibido amenazas de muerte de esta agrupación si no indultaba a José de León Toral, el asesino material del presidente electo Álvaro Obregón. Sin embargo, éste fue ejecutado el 09 de febrero, es decir, un día antes del viaje del presidente en tierras del Bajío.
El atentado al tren en el que viajaba fue el cumplimiento de esa amenaza, según escribió el mismo Portes Gil años después, en donde narró lo que ocurrió ese día y que se encuentra plasmado en el libro “Historia Vivida de la Revolución Mexicana”.
“Tal y como se me había anunciado en Tampico, cuando Valente Quintana me entregó la carta de la llamada Liga Defensora de la Libertad Religiosa, el tren presidencial en que viajaba en compañía de mi esposa y de mi pequeña hija Rosalba, entonces de dos años de edad, la mañana del 10 de febrero de 1929 fue dinamitado al llegar al puente ubicado en el kilómetro 327, entre las estaciones de Comonfort y Rinconcillo en el Estado de Guanajuato.
“Serían aproximadamente las seis y media de la mañana del citado día cuando, en los precisos momentos en que terminaba de vestirme, se sintió un fortísimo choque en el tren”, escribió el Presidente.
Menciona que de inmediato se reunió con parte de su gabinete que también viajaban en el tren para saber con precisión qué había pasado, e incluso después también llegó el entonces presidente municipal de Celaya, Ernesto Gallardo, para ofrecerle ayuda.
“Todos pudimos darnos cuenta de que la dinamita que estalló había sido colocada bajo el puente, en cuyo lugar se encontraban aún varios cartuchos que no habían hecho explosión.
“Cerca del sitio de la volcadura había huellas que demostraban que los autores habían pasado la noche, o quizá días en espera del tren”.
Escribe que el saldo de aquel atentado dinamitero fue la muerte del garrotero, Agustín Cárdenas, la destrucción de dos carros pullman y la volcadura de la locomotora y el tanque que saltaron sobre el puente.
Sobre las investigaciones del atentado, escribe que el resultado arrojó que la carta amenaza recibida unos días antes la escribió una integrante de la Liga Defensora de la Libertad Religiosa en la Ciudad de México. Al verse descubierta, confesó a los demás cómplices en Celaya.
“En cuanto a los autores materiales, lo fueron un muchacho de 17 años de nombre Fernando Islas, aprehendido en la casa de la señora Concepción del Moral en la ciudad de Celaya, y Eulalio Anaya que logró fugarse.
“La señora Del Moral manifestó que había sido llamada a México por señoras de la Liga Defensora de la Libertad Religiosa, quienes el entregaron trescientos pesos para que a su vez se los diera a un muchacho de nombre Fernando Islas a quien no conocía. Éste negó terminantemente ser el autor del delito”.
El presidente describe que para evitar que las autoridades inferiores cometieran con él una violencia, optópor mandarlo a las Islas Marías y recomendándole al General Mugica, director de dicho penal, que se le enseñara algún oficio.
“Antes de entregar el poder a mi sucesor, el general Mugica llevó a mi presencia a Islas y al interrogarlo para que confesara el delito, se negó terminantemente, y al decirme que pensaba radicarse en León para dedicarse al oficio de zapatero, le regalé mil pesos, poniéndolo en libertad.
“Durante años no volví a saber de este individuo hasta que Agustín Arroyo Ch. me informó que vivía en León en donde era propietario de un importante taller de calzado”.
Menciona que en cuanto a la señora Concepción del Moral, cómplice de los dinamiterios, fue puesta en libertad inmediatamente después de haberse cometido el atentado.
El puente fue reconstruido en las plataformas dañadas, pero la mampostería es la original del día del atentado. Actualmente luce vandalizado y es utilizado por la empresa Kansas City Southern de México que tiene el derecho de vía en esta ruta.